Somos levedad




El dramaturgo Chikamatsu Monzaemon (1653-1725), el más importante de la literatura japonesa, en la cumbre de su carrera, apenas unos días antes de morir, escribió estas líneas:

"Podía parecer inteligente, pero no lo era. Me consideraban un erudito, pero yo no sabía nada. Lo que se me daba bien era engañar a la gente; jamás me encogía a la hora de deslizar mi pincel para escribir sobre cualquier tema, fuera de clásicos chinos o japoneses, de religión, filosofía, drama, arte, artesanía, comedias; de cualquier asunto, en suma, podía escribir como si lo entendiera. Después de pasarme toda la vida escribiendo, siento que en este momento crucial debo decir algo importante sobre la esencia de la vida, pero no se me viene nada, ni siquiera una palabra, a la cabeza. ¡Qué vergüenza que me pase esto después de más de setenta años en el mundo! Volviendo la vista atrás… ¡de qué forma tan vacilante he caminado por la vida! "

Creo que lo que Chikamatsu -que había nacido en una familia samurai- intenta explicarnos con una honestidad bastante poco habitual es que al final de cada una de nuestras vidas lo que cuenta no es lo que uno ha logrado, ni lo que ha dejado atrás, ni lo que representa para los demás. Lo único que de verdad importa es saber y aceptar lo que uno es.

Y eso no puede lograrse sin comprender la levedad de la propia vida. Una vida que no deja de ser más que una representación teatral, una ficción, un teatro de sombras en el que vamos atravesando fugazmente el mudo escenario de los objetos que nos rodean. 

Joan Margarit nos lo contó en su hermoso poema "Tancant l'apartament de la platja" (Cerrando el apartamento de la playa)

“Ja està net i endreçat.                                                          Ya está limpio y ordenado.
Els armaris tancats, com les finestres.                        Los armarios cerrados y también las ventanas
No ens hem descuidat res damunt des mobles.         No hemos olvidado nada encima de los muebles.
El dormitori amb el llit fet,                                             La habitación con la cama hecha,
la tauleta de nit amb el retrat                                          la mesita de noche con el retrato
de la noia amb els ulls il-luminats                                   de la niña con los ojos iluminados
per un somriure.                                                                             por una sonrisa.
Tot l´hivern sola i escoltant el mar”.                         Todo el invierno sola y escuchando el mar. 


También el maestro Borges lo sabía:

¡Cuántas cosas,
Limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
Nos sirven como tácitos esclavos,
Ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido:
No sabrán nunca que nos hemos ido.

 
Somos espíritus leves y efímeros que se aferran con uñas, dientes y tarjetas de crédito a cosas que no importan, ajenos al hecho de que ninguna de esas ambiciones contra las que tanto y tan fuerte desgastamos el filo de nuestros días podrá rescatarnos ni absolvernos del vértigo que nos produce saber que, por obra del azar y contra todo pronóstico, estamos vivos y que esa vida, tan asombrosa y singular, se agota obstinadamente a cada segundo que pasa. 



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