Transformers

Una de las cosas que más me ha asombrado siempre son los súbitos cambios de chaqueta, por lo que tiene de mágico y onírico que uno sea capaz de abandonar su propio pellejo político para adoptar, como por arte de birli-birloque, una nueva identidad convenida.

En las últimas elecciones catalanas hubo bastantes de esas conversiones inesperadas. 

No debe considerarse como tal, sin embargo, la de la Vanguardia.

Digan lo que digan sus críticos este diario siempre ha estado del mismo lado: del lado del que manda. Y como ahora se intuía que el viento electoral viraba hacia el sotavento del independentismo la Vanguardia creyó que era su deber -deber para con su propia subsistencia, por supuesto- ponerse a soplar con fuerza en esa dirección, no fuera que el vendaval les pillase con el barco amarrado a puerto y con los pantalones bajados.

Resumiendo: al sol que más calienta.

Lo de siempre, vamos.


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