Me se olvidan las cosicas


En este país para confeccionar un político no hace falta gran cosa: se coge a cualquier bobo por la calle, un bobo estándar, no hace falta que sea ibérico, de regadío o de secano y se lo conduce tirando de las orejas a un plató de televisión; una vez allí se lo somete a un periodo más o menos prolongado de exposición pública en prime-time y ya está... listo para empezar a trincar caudales públicos como si no hubiera un mañana.

¿Exagero? No tanto. Hay más de trescientos políticos españoles imputados por escándalos de corrupción. Los susodichos, además de propensos al latrocinio, padecen severos problemas de memoria. Por eso en el PP nadie se acuerda del que hasta hace nada era su tesorero, lo cual tiene cierto mérito si consideramos que en las dos décadas en las que Luís Bárcenas trabajó (?) como tal ha tenido nada menos que a Álvarez Cascos, Arenas, Rajoy, Acebes y Cospedal como Secretarios Generales del Partido y a Fraga, Aznar y Rajoy como Presidentes. Total, nada.

Por no acordarse no se acuerdan ni de dónde queda Suiza. Sin embargo, el apestado Bárcenas, cuya prolongada travesía por los mares peperos tiene ahora aires inciertos y casi mitológicos, no parece demasiado desconsolado por ese olvido y, con esa vitola de entrecano galán de vodevil que se nos gasta, anda por ahí desparramando fincas en la pampa y millones de euros por cuentas suizas que, eso si, regulariza cuando le conviene, con la tranquilidad que da saber que uno goza de la mejor cobertura legal que existe: la del que tiene a sueldo (o a sobresueldo, para ser exactos) a los mismos que hacen las normas.

Ellos no se acuerdan de nada cuando les conviene pero nosotros, en cambio, empezamos a comprender algunas cosas. Da la impresión de que la tan cacareada amnistía fiscal del PP era sólo un coladero para que algunos amigos poderosos -Bárcenas, Urdangarín y algún otro del que todavía no tenemos noticia- tuvieran una escapatoria de emergencia si las cosas llegaban a ponerse feas.

A todo esto, ¿Qué cositas dulces y cariñosas habría vociferado la Cospedal, con ese rictus tan característico de las personas que no se ríen si no es de alguien, si a Pepiño Blanco, por poner un ejemplo nada ejemplar, se le aparecen 22 millones de euros en Suiza? Para evitar males mayores sería conveniente que PP y PSOE organicen un día de estos un intercambio de corruptos e imputados en un polígono industrial o en uno de esos puentes de Calatrava que nos han costado una millonada pero que son tan canis y poligoneros, con su hermosa silueta blanca recortándose sobre el horizonte.

PD. Ojo a la nueva iniciativa del PP en materia de extranjería: se considerará blanco a cualquier negro que aporte más de diez mil euros a las arcas públicas. Si aporta más del doble se le considerará, además, rubio. Se especula con que el recaudadador será un tal Bárcenas, al que nadie en el PP conoce, pero que parece contar con excelentes referencias. Rajoy también ha avanzado otras medidas que sin duda estimularán la economía española: facilitar la implantación de los principales cárteles del narcotráfico en nuestro país, conceder permisos de trabajo a los miembros de la jakuza japonesa, facilitar el tráfico de órganos y la trata de blancas con promociones 2x1 y consolidar a España como destino de referencia en materia de turismo sexual y prostitución infantil. Con ello se espera que los españoles dejen por fin de vivir por encima de sus posibilidades o, al menos, que dejen de vivir a secas.

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