Mentiras



Cada día que pasa resulta más evidente que los brotes verdes que nos prometía Zapatero ni eran brotes ni eran verdes ni eran nada de nada. Lo malo es que Rajoy, que siempre ha tenido cierto aire de gafe, dice que hay que ser optimistas porque ya se comienza a distinguir la luz al final del túnel. Si me preguntan mi opinión al respecto les diré que tengo para mí que esa luz es la misma que ven los moribundos cuando están a punto de dejar de serlo, así que les recomiendo encarecidamente que, si por un casual llegan a vislumbrarla, hagan lo posible por echarse atrás.

Por lo demás, los militantes del PP andan estos días deambulando por ahí como boxeadores sonados, con la mirada perdida, sin saber qué pensar ni a quién creer, casi como la Duquesa de Alba, a la que el trozo de cerebro que todavía no se le ha muerto sólo le da para convertir las frases en una sucesión de monosílabos (es-to-y-mu-bi-en). En la prensa y en los mentideros políticos hay voces que dicen que detrás de lo de los papeles de Bárcenas están el PSOE, Esperanza Aguirre, Aznar, Kubala o el Lazarillo de Tormes y es precisamente ese no saber de dónde les va a venir la próxima andanada lo que les tiene en un sinvivir, pendientes de cuál será la próxima noticia, quien la filtrará, quien la publicará o quién la desmentirá.

Esta mañana me encontré con un amigo del PP que, con el Iphone en la mano, palidecía mientras tomaba el café y leía en un diario digital las últimas noticias: que si Ana Mato, que si los sobresueldos, que si no sé qué. El hombre me miró, me saludó amablemente, alzo la vista al cielo con aire de infinita pesadumbre y luego, muy serio, con la voz quebrada por la amargura, hizo el mejor análisis de la situación que he escuchado:

"Alfredo, esto va a acabar peor que lo de Milli Vanilli".

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