Se guillotina poco

Dos intelectuales del PP

Ana Mato es la protagonista de la frase más pija de la historia de España. Al parecer una vez alguien le preguntó cuál era su momento preferido del día y ella contestó: "Por la mañana, cuando veo cómo visten a mis niños". 

A primera vista la conclusión sólo puede ser una: con la crisis que hay es evidente que en España se guillotina poco.

Luego, reposando el análisis, uno se da cuenta de que la frase de Ana Mato remite a la mejor tradición oral de la telenovela venezolana. Y por oral quiero decir que la continuación más lógica debería ser algo así como: "Y luego, al atardecer, cuando el sol comienza a ponerse rojizo sobre los cerros, me encanta yacer en lo más oscuro de las caballerizas con alguno de los viriles mozos de cuadra, mientras mi marido me pone al día por teléfono de cómo va la cosecha en nuestras plantaciones de algodón".

De todas formas, como las pijas no hacen esas cosas (?), mucho me temo que la continuación de la historia acabaría siendo algo más pragmático y menos festivo:

"Me encanta cuando, al volver de hacer la compra en el Jaguar, ordeno al chófer que esquive a todos esos parias que hacen cola en las oficinas del INEM y me acerque a las oficinas del partido para que nuestro entrecano y, sin embargo, todavía bastante egregio tesorero de cabello tiznado, me haga entrega del sobre de cada mes".

A todo esto, a pesar de que la citan más en los papeles del caso Gürtel que a Messi en las retransmisiones de los partidos del Barça, la interfecta no dimite porque dice que no ha cometido ningún delito. Y Rajoy tampoco la cesa porque aspira a que todos nos pudramos mientras esperamos a que haga algo. Así llegó al poder y así piensa abandonarlo, como un hombre consistente: aguantando el olor a podrido sin mover ni un músculo para que nadie vaya a pensar que está vivo. 

Lo cual me recuerda que una de las cosas más extravagantes que han ocurrido últimamente por estas tierras -y han ocurrido muchas- es que nuestros políticos (que no son nuestros, dicho sea de paso, son de si mismos y bien que se les nota) han llegado a la conclusión de que para dimitir tienen que cometer un delito y ser condenados por ello. Menos de eso, nada. Al paso que vamos dentro de poco pedirán que se les condecore por no atropellar ancianas en los pasos de cebra, del mismo modo que Urdangarín, que tiene una cara de mortero endurecido que es como para donarla a la ciencia para ser estudiada, pide ahora no pagar la fianza porque ello le ocasionaría al chiquillo un "empobrecimiento injusto". Mañana mismo le hago una transferencia de 100 euros con lo que me ha sobrado de la paga extra de diciembre.

Mi abuela decía una frase genial en asturiano que resume muy bien la situación en que vivimos "tamos n'arte el demonio" (estamos en manos del demonio, que, para que no se me despisten, es un señor que siempre lleva traje y corbata y a veces hasta reparte sobres).
 

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