El mal


Hay canciones que te arrastran a un lugar oscuro, a un sitio en el que no deberías haber entrado, pero cuando las escuchas ya es demasiado tarde y no hay vuelta atrás. Esta formidable canción de Etta James me ha traído a la mente un caso que se estudia en las facultades de criminología, el llamado escándalo de Hossana Church. Sucedió en 2005 y su protagonista, por decirlo así, fue un pastor evangélico llamado Louis David Lamónica. Se trataba de uno de esos individuos de apariencia irreprochable y conducta digna de toda confianza del que sus vecinos seguramente dirían después eso tan manido de que "parecía muy normal, siempre saludaba" y hasta podría serlo de verdad si exceptuamos el hecho de que un buen día se presentó en comisaría y confesó haber violado y abusado de decenas de niños de entre uno y dieciséis años (incluidos sus cuatro hijos) y declaró, además, haberlos entrenado para mantener relaciones sexuales entre si y con animales. Todo ello como parte de unos siniestros y elaborados rituales satánicos que tenían lugar en la iglesia de Hossana, por los que acabarían siendo detenidas una decena de personas.


Dicen que la historia sirvió de inspiración para la primera temporada de True Detective. A mi el asunto me hace pensar que, en realidad, nunca sabemos que es lo que en realidad hay detrás de la máscara de esas personas que nos saludan amablemente en el ascensor: quizás el gentil vecino del quinto sea un tío estupendo, capaz de, llegado el caso, salvarte la vida poniendo en peligro la suya, o quizás sea sólo un apacible oficinista, o... quizás sea algo distinto, tan distinto que no estaría de más que alguien echase un vistazo a su congelador.

Ya se que exagero. Pero la imposibilidad de saberlo a ciencia cierta resulta, si lo piensan bien, algo inquietante. Como también lo es la certeza de que, en casos de este tipo, en presencia del mal absoluto, no existe ninguna posibilidad de redención. 



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