La La Land (versión alternativa)

Boyero, ves menos que un topo en diciembre en Lleida

Ayer se lesionó Aleix Vidal un jugador del Barsa natural de aquí al lado, de Reus, que por alguna razón -quizás porque su carrera futbolística no ha sido precisamente un camino de rosas- siempre me ha caído muy bien. Se rompió el tobillo cuando por fin había conseguido que Luis Enrique (que es más raro que un flan de chorizo y alfajores) le hiciera un poco de caso y, según parece, estará unos cuantos meses de baja. 

El asunto es que la lesión de Aleix (al que deseo una pronta recuperación) me dejó con mal cuerpo. Últimamente tengo la sensación de que en la esfera pública (política, deporte y demás) todo va de culo. En España el PP gana las elecciones como si tal cosa con una tonelada de mierda debajo de las alfombras, Podemos hace lo posible por revender la mercancía caducada del comunismo como si fuera tecnología de última generación y el PSOE todavía padece
 a un candidato a líder, el ínclito Pedro Sánchez, cuya reelección como secretario general del partido sería la señal definitiva de que se avecina el fin de la humanidad.

En el mundo la cosa no va mucho mejor. Maduro se aferra al poder a toda costa como una lapa sangrienta, Erdogan organiza un autogolpe para purgar a toda la oposición, en Francia y en Holanda amenaza con ganar las elecciones la ultraderecha caníbal y en Estados Unidos... qué les voy a contar que no les haya dicho ya.

En fin, que lo único que podría ir peor es que anuncien que van a hacer la segunda parte de La La Land y que el protagonista de esa versión alternativa de los hechos sea, en lugar de Ryan Gosling, Donald Trump. Ya, ya se que parece imposible, pero también parecía imposible que llegara a presidente y ahí le tienen. 

Una cosa más. Por si no lo habían notado quiero que La, La, Land gane todos los Oscars porque además de otras muchas cosas es, también, la némesis de la Casa Blanca de Trump: la luz contra la oscuridad, la ilustración contra la ignorancia, el technicolor contra la telebasura, la educación exquisita contra los malos modos, el respeto a la diversidad contra el racismo y la exclusión, la ingenuidad contra la malicia, los puentes contra los muros, la delicadeza contra la grosería, la urbanidad contra el insulto, la fantasía y la imaginación contra la máquina de fango y, por supuesto, el amor frente al odio.

PD. Para acabar, algo divertido. El sujeto abotargado de la izquierda, el que tiene pinta de legañoso psicópata pajillero aficionado a los licores de alta graduación, es Steve Bannon, el estratega jefe y mano derecha de Trump, un supremacista blanco antisemita y homófobo (a tal criado tal señor). Para que sea hagan una idea del nivel del individuo, cuando Trump reconoció -a su manera- que mentía al hablar del origen ‘no estadounidense’ de Obama, Bannon acompañó la noticia en su web conspiranoica Breitbart con la foto de un gorila abatido a tiros en el zoo de Cincinnati. La imagen me gusta porque ilustra perfectamente el concepto de superioridad racial: a qué se nota enseguida cuál de los dos pertenece a una raza superior, eh?



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